Movilidad urbana y metropolitana

5.2 Delimitación de Zonas de Bajas Emisiones

Las Zonas de Bajas Emisiones (ZBE) son áreas en las que se restringe el acceso a los vehículos que no cumplan con determinadas exigencias, con el objetivo de mejorar la calidad del aire en las ciudades. Conviene recordar que el transporte es uno de los principales sectores responsables del deterioro de la calidad del aire en las ciudades debido a sus emisiones de óxidos de nitrógeno y partículas. A modo de ejemplo, según los últimos datos publicados en el inventario anual de emisiones de contaminantes del Ayuntamiento de Madrid58 correspondientes al año 2017, el sector transporte es responsable del 74% de las emisiones de NOx y del 63% de las partículas PM2,5 producidas en la ciudad, por lo que resulta necesario tomar medidas que limiten el acceso a los vehículos más contaminantes. Algunas zonas ZBE afectan únicamente a determinados tipos de vehículos (por ejemplo, a vehículos pesados) mientras que otras afectan a cualquier tipología.

La primera experiencia ZBE tuvo lugar en Estocolmo en 1996. Se trata de una ZBE para vehículos pesados que cubre todo el centro de la ciudad. Permite el acceso de camiones y autobuses que tengan menos de 6 años de antigüedad. Los vehículos Euro 5 y EEV se pueden conducir hasta finales de 2020. Además, a partir del 15 de enero de 2020 se puso en marcha otra zona de bajas emisiones en la calle Hornsgatan que afecta a turismos, minibuses y furgonetas, siendo el estándar mínimo requerido el Euro 5, y a partir del 1 de julio de 2022, será el Euro 6. Londres cuenta desde 2006 con un sistema de peaje urbano para acceder al centro de la ciudad; en abril de 2019 estableció una de las zonas ZBE más restrictivas, la denominada Ultra Low Emission Zone (ULEZ). En la actualidad ya son más de 200 las ciudades europeas que tienen delimitadas este tipo de zonas: Ámsterdam, Berlín, Bruselas, Lisboa, Milán o Múnich son algunos de los ejemplos más representativos59. En España, Madrid y Barcelona ya cuentan con su propia ZBE.

Obviamente, no todas las ZBE se gestionan de la misma forma. Existen distintas aproximaciones, enfoques y niveles de restricción. Desde zonas cuyo acceso se gestiona por sistemas de peaje urbano, como Londres, a zonas sin control de acceso físico en las que el control de detección de infracciones se realiza por otros medios, como es el caso de Madrid con las videocámaras.

Según la organización Transport and Environment (T&E)60, la efectividad de una ZBE depende en gran medida de su planteamiento y diseño, por lo que aconsejan estudiar detalladamente y definir una serie de elementos clave antes de poner en marcha una ZBE, como son:

-          La cobertura territorial: el tamaño de la ZBE es un factor clave, puesto que determina los residentes y trabajadores que se verán directamente afectados por la iniciativa y, en consecuencia, la flota de vehículos y servicios que se verán afectados por las restricciones que conlleve. Un ejemplo destacable por su envergadura es el caso de Bruselas, que desde 2018 cuenta con una ZBE que abarca 161km2, prácticamente toda la ciudad. En la actualidad se prohíbe la entrada a los vehículos diésel homologados bajo la normativa Euro 1, esto es, los matriculados con anterioridad a 1997, aunque esta normativa se irá endureciendo gradualmente hasta 2025, cuando solo podrán acceder a la ciudad los vehículos diésel Euro 6 y los vehículos de gasolina Euro 3 y posteriores.

-          Los niveles de restricción: En este punto T&E señala que, por lo general, las zonas ZBE que solo permiten la circulación de los vehículos más limpios obtienen los mejores resultados.

-          La política de sanciones: en Bruselas, durante los nueve primeros meses de implantación de la ZBE sólo se notificaba por escrito al propietario del vehículo infractor, y un estudio reciente reveló que las infracciones disminuyeron un 70% cuando se comenzó a sancionar económicamente a los infractores.

-          Exenciones otorgadas: es importante considerar exenciones para ciertos colectivos o tipos de vehículos, pero deben otorgarse cuidadosamente. De lo contrario, existe el riesgo de crear “lagunas” en la regulación que condiciona la efectividad de la medida.

-          Información y divulgación para que los usuarios se adapten a los cambios y modifiquen su comportamiento hacia el uso de formas de movilidad o vehículos más limpios. Se considera necesario definir y comunicar claramente las normas, los cambios esperados y el calendario previsto, tanto a ciudadanos como a turistas, a quienes la falta de información los lleva a infringir las normas sin ser plenamente conscientes.

Algunos gobiernos estatales están comenzando a promover este tipo de medidas en sus estrategias nacionales. Este es el caso del gobierno francés que, en el proyecto de ley para la orientación de la movilidad –Loi d’Orientation des mobilités, LOM–, ya promueve el desarrollo de ZBE cuya gestión se basa en el sistema de etiquetas adhesivas Crit'air61.